Uno de las grandes causas de nuestro sufrimiento es que no somos capaces de dejarnos fluir con las cosas que nos suceden a nuestro alrededor. Nuestro ego nos dice constantemente que esto está bien o que esto está mal. Y eso me produce mucho sufrimiento. Sería bueno que no estuviésemos todo el día juzgando constantemente el si lo que sucede es bueno o malo, sería un descanso.
Pero aún más, no solo juzgamos sino que vivimos intentando controlar lo que sucede, intentando controlar la vida misma, sin dejarnos llevar cual pajarillo que sabe que va a encontrar siempre su comida y su cobijo. Ya nos lo dijo Jesús haciendo hincapié en nuestra falta de fe en el Ser, en la Vida, en el Amor, o en el Padre -a mi me encanta esta forma de llamar a Dios- en Mt 6, 26 y 27: «Fíjense en las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?«
Pues esa es la tarea que te propongo para esta semana, deja de intentar controlar todo y confía en Dios.