Tal vez hayas escuchado mil veces eso de que los demás son un reflejo de ti, que ves en los demás justo aquello que está en ti, que la otra persona es un espejo tuyo. Yo creo que así es, estoy convencido de ello. Todo aquello que te engancha, todo aquello que hace que resistas a vivirlo, si te lo trae otra persona es algo que tienes en ti, y que no te atreves a aceptarlo. Así funciona esto. Así que deberías observar en ti, todo aquello que te irrita, todo aquello que te saca de tu paz.
Por otra parte, siempre estamos diciendo que deberíamos perdonar todo. Porque todo es neutro, e inocente, y son nuestros ojos los que nos hacen ver que algo es malo, que algo es negativo, de ahí la necesidad de perdonar a la escena y a todos sus personajes, así como a todas las intenciones que solo ves con tus ojos, que son simple proyecciones nacidas en tu mente. Recuerda siempre que perdonar es ver como inocente a todo lo que rodea a la experiencia vivida, recuerda es algo más allá que permitir que suceda, es darte cuenta de que en realidad no hay culpable ni responsable de lo sucedido, que todo ha sido y es perfecto.
Pero hoy quiero que caigas en algo. Si todo es espejo, y en realidad a quién juzgas con tu juicio es a ti misma, y eso que ha sucedido necesita ser perdonado, a quién debes perdonar a es a ti misma, solo a ti misma, por que el otro solo es espejo tuyo, y es en ti donde está aquello que has juzgado. Solo tu necesitas ser perdonada, solo tu necesitas ese perdón
Date ese perdón, regálatelo, perdónate, setenta veces siete, perdónate siempre, con Amor, con compasión, con empatía hacia ti misma, con humildad, con gratitud, perdónate hayas hecho lo que hayas hecho, perdónate. Siempre. Eternamente. Constantemente.
Aquí y ahora, perdónate.
