Uno de los nuestros grandes problemas es que la vida es muy entretenida. Por eso, siempre estamos buscando algo que hacer ahí fuera. Cuando conectas con tu interior, tomas consciencia de una calma que nada te da. Eres consciente entonces de que ahí aparece Paz, que en ese momento brilla la ausencia de ruido, y un destello de luz dichosa que te hace sentir feliz aparece tenuemente hasta sentir una sensación de plenitud que nada te puede dar. Pero en lugar de quedarte ahí, te sales de tu interior hacia el exterior. Y vuelves a buscar ahí fuera algo que te haga feliz.
Es cuando deseas que la vida de ahí fuera sea perfecta. Deseas que todo salga tal cual tu quieres que salga. Es cuando tu te colocas en el lugar del Ser y decides que está bien y que está mal. Porque te encanta entretenerte. Y este quehacer del mundo exterior es muy entretenido, porque te lo has creado tu a tu imagen y semejanza, a tu antojo, a tu gusto, y por eso te engancha tanto. Y eso te saca cada vez más de tu centro, de tu esencia, de tu alma. Y te coloca cada vez más en tu ego, que se va ensanchando y haciendo más grande real y poderoso.
Hasta que te hartas y vuelves a necesitar volver a lo que Eres en realidad; la Calma, la Paz, la Dicha, el Amor, la Luz. Y ahí vuelves a Ser lo que Eres. Ahí aparece el YoSoy, o el TuEres. Ahí descansas de la creación egóica y vuelves a la creación amorosa. Ahí todo está bien, todo está perfecto.
Y un día te quedarás ahí. Ese día será porque ya has experimentado todo lo de fuera, y sabrás que no hay nada como YoSoy, porque YoSoy lo es todo e incorpora todo, porque no hay nada fuera de YoSoy. Solo se trata de integrar, de ir integrando Todo en el que es Todo. Y ese Todo eres YoSoy, TuEres.
