Sería curioso saber cuántos pensamientos tienes al cabo del día. Unos los consideras buenos porque te hacen sentir bien, otros malos porque te hacen sentir mal. En realidad, no hay ninguna diferencia entre ellos, son todos iguales, son pensamientos. Tras tener un pensamiento, tu mente no puede evitar pensar sobre ese pensamiento -aquí empieza el bucle- y juzgar ese pensamiento que acabas de tener. Tras eso, somos capaces de tener un pensamiento sobre el pensamiento que acabo de tener sobre tener el primer pensamiento, porque me ha parecido bien o mal el juicio del primer pensamiento, y hacer que el segundo pensamiento produzca un tercero que me hace sentir culpable por pensar el segundo, … y así hasta el infinito.
Descansa, cuando te metas ahí, que es muy a menudo, descansa. Cuando te des cuenta de esta artimaña del ego, descansa. Descansa y dite que no necesitas deshacer nada, porque al intentar deshacer te vuelves a meter en la maraña. Descansa, no necesitas tener tantos pensamientos, y que te puedes permitir tener los pensamientos que desees, y que estos pueden ser como te apetezcan.
Pero ten claro lo siguiente.
Tu no eres esos pensamientos, tu no necesitas esos pensamientos. No, no los necesitas. Tu solo eres la que observa esos pensamientos. Y eres, con y sin esos pensamientos. Si no los tienes, no desapareces, sigues siendo tal cual eres.
Dite a ti misma:
yo no soy este pensamiento, yo soy la que observa este pensamiento, no necesito tener este pensamiento, porque yo soy sin este pensamiento.
La casa de Jave 