Es costumbre de siempre el rezar por las noches. Bendita costumbre dedicar un rato al silencio y a tu interioridad. Claro que eso se torna en más ruido mental cuando el rezo se convierte en peticiones del ego que nada tienen que ver con lo que tu alma en realidad anhela.
Hoy te traigo un consejo para hacer cada noche. Justo antes de dormirte. En ese instante de silencio, de encuentro con tu corazón, de conexión con lo más íntimo de tu ser. Ahí, en ese aquí y ahora, dite:
“Perdono, cancelo, borro todas mis proyecciones y percepciones de este día de hoy, y así libero a todas mis hermanas de mis pensamientos. Sean así libres todas ella de elegir lo que anhelen desde su alma. Mi libero de mis pensamientos, y soy libre”
Haces miles de proyecciones de todo tipo cada día, y esos pensamientos encierran al otro, lo empequeñecen y los cierran en una maraña de limitaciones. Cada percepción que haces del otro distinta de verlo con luz, es hacerlo pequeño; libérala de tus pensamientos, haz esa gran contribución a la Filiación, a la Humanidad, al Hijo de Dios que son cada uno de ellas, a ti, que eres Todo Eso.
