Si no hay muerte no hay oportunidad de nazca nada nuevo.
El ejemplo más típico y, sin embargo, muy bueno, es el del gusano de seda y la mariposa. Es necesario que muera la forma de gusano. Eso no quiere decir que el gusano muera, pero sí la forma del gusano. El cambio es tan profundo que, de ser vivido por nosotros, por nuestra mente pensante, sería vivido con mucho miedo a un cambio que no sabemos dónde nos va a llevar. Pero es necesaria la muerte de la forma del gusano para que nazca la forma de la mariposa.
A nosotras, a nuestras almas, nos pasa lo mismo, en el mismo instante del nacimiento. Menos mal que en esos momentos nuestra conciencia egóica aún no está desarrollada, porque si tuviéramos que vivir ahora ese momento desde nuestro ego, lo haríamos con un miedo atroz, puesto que sentiríamos que morimos. Y así es, muere una forma de vida que ya no tiene sentido, porque da paso a otra forma de vida mejor, que nos da más posibilidad de expresar el Amor que somos, de tomar consciencia de lo que somos en este plano físico.
Permite entonces que las cosas que ya no tienen sentido en tu vida, se marchen, déjalas ir, y no sientas apego por ellas. Mas al contrario, siente la inocente alegría del niño que espera con asombro al nacimiento de algo nuevo, algo que viene a tu vida para llenarla de gozo y bondad.
