Cuando los humanos inventamos el lenguaje se nos ocurrió una palabra que ha jugado un papel muy importante a favor de los intereses del ego: culpa.
Solo cinco letras para hacer caer en ti una pesada carga de la cual te es difícil liberarte.
La culpa ata cosas para siempre. Te genera tanto sufrimiento que parece que te daña hasta el alma. Aunque ya sabes que tu dignidad está a salvo y que nada puede cambiar tu esencia, pero esa es la apariencia que da, al ocupar en tu mente una parte muy importante.
No eres es culpable de nada. De nada. Nada es culpa tuya. Solo eres responsable de saber porque has elegido lo que has elegido en cada momento. Eres responsable de cómo te tomas cada acontecimiento que la vida te pone por delante. Solo de eso, y de todo eso. Y ahí comienza el verdadero trabajo que tienes que realizar para llegar a saber quién eres.
Pero previamente debes quitar de tu vocabulario la palabra “culpa”, porque debes ser consciente de no eres culpable de nada, de nada.
