Comencemos por elegir una palabra adecuada para referirnos a eso que siempre Es. Podemos llamarlo Dios, Padre, Ser, Consciencia, Brahma, Alá, o simplemente Amor. A mi me encanta el término Consciencia. Pero hoy me voy a quedar con Amor. Y comencemos de nuevo.
«Dios está en todas partes», perdón ya me he líado, jeje. Comencemos de nuevo.
«El Amor está en todas partes». Ahora sí. El Amor está en todas partes. Realmente podía dejarlo aquí, y permitirte que seas tú misma, la que fueses tomando consciencia de las consecuencias de que el Amor esté en todas partes. Y, a buen seguro, sería bueno, muy bueno. De hecho, si puedes parar en este mismo instante de leer durante un par de minutos, hazlo y observa a ver que te nace sentir… A mi me nace lo siguiente.
El Amor está en la persona que me ayuda, en mi hermana, en mi amiga, en mi familiar, en esa vecina amable que me saluda cada mañana. También está en aquel que me miró mal, en ese que me hizo daño, en esa alumna que me sacó de mis casillas, en esa compañera egoísta que pasó de mí esa mañana. El Amor está en el político que saqueó mi dinero, en el ladrón de aquella noticia. El Amor está en el asesino de esas niñas…
Pero, ¿cómo puede ser esto? Porque todos somos el Amor, porque el Amor está en todos y cada uno de nosotros, por muy maravillosos o ruines que nos mostremos, siempre seremos el Amor, porque así fuimos creados, así somos y así seguiremos siendo por siempre, por más que nos empeñemos en mostrarnos de una manera muy distinta.
El Amor está en todos. Y si soy capaz de verlo en todos sin distinción, estaré estableciendo un milagro de Amor. Porque todos ansiamos que se nos miren con ojos de Amor. Y, cuando esto sucede, se produce una comunicación a un nivel sutil que crea vida y que agranda la sensación de Amor en cada uno de nosotros, en ti y en el otro. Tal vez no sea instantánea, pero siembra una semilla que ya florecerá. Eso no nos corresponde a nosotros. Cada uno lleva su camino y nuestra función no es juzgarla. A nosotros solo nos corresponde, mirar con Amor a todos, a todas, sin distinción. He ahí la tarea, comencemos con ella.
