A veces la vida te regala un momento de conexión grande con el universo. Ese momento que te sientes unida a todo lo que es y todo lo que acontece. Es un instante, pero su sensación perdura mucho más tiempo. Sabes que te has acercado a la realidad durante un instante. Sabes que has tocado un poquito de la esencia de tu auténtico Ser.
Tras ese instante lo normal es que querer estar ahí por siempre. Lo que quieres es que todo lo que te rodee esté ahí. Deseas que todo sea perfecto e inmaculado. Pero tu no te muestras perfecta. Eso puede hacer que desees que tu personaje sea perfecto. Mas eso no puede ser, porque tu te revestiste de lo imperfecto para reconocer la perfección que hay en ti. No pretendas que tu personaje sea perfecto, porque no lo lograrás, esa es una treta más del ego, un truco más de tu mente pensante.
Lejos de eso, abraza ese personaje, integra todas las aristas de esa imperfección, porque ese personaje también es Eso que sentiste. Eso que Es, está en todo, en lo tú llamas imperfecto también lo está. Está en el agua, en el vaso que la contiene, en el que la vierte, en el que la bebe, en la sed misma, en el aire en el que todo trascurre, en todo. Y el único truco, la única magia es integrar esto: “Tú ya eres la perfección por muy imperfecta que te sientas que te muestras, puesto que esa imperfección es solo un juicio de tu ego”.
