El camino que transitas hacia ti mismo no se acaba. Lejos de ser un camino que tiene un final, es un camino en el que el propósito es precisamente el camino. Nos han enseñado a focalizarnos en la meta, incluso hasta la polarizada frase de “el fin justifica los medios”, algo con lo que a buen seguro dices estar en desacuerdo, pero en la vida del día a día permites en muchas acciones tuyas o de las otras personas. Si no me crees, estate atenta y verás. Y es que esta frase nos dice que, si consigo la meta, el camino da igual, y ¿no es eso algo de lo que este mundo está lleno?
Esta es una de las inversiones más grandes que hemos hecho. Por inversiones me refiero a cambiar el sentido de las cosas, invertir lo que es real por lo que no lo es. Y dar más importancia a la meta que al camino, es una inversión. El camino siempre es y será siempre donde aprender, la meta es efímera y deja de serlo en cuanto la obtienes.
Tu camino no tiene fin. Nunca dejarás de buscar en tu interior quién eres. Porque ese “quién es” nunca tiene final. Siempre hay algo más que descubrir, porque así quisiste que fuese, un camino de retorno hacia ti misma, para gozar del placer de redescubrirte. Ir poco a poco quitando velos para ir poco a poco descubriendo tu auténtica naturaleza, tu verdadera esencia. Y por eso, una y otra vez, te da la sensación de que caes en lo mismo. Pero no es lo mismo, cada vez es más sutil, cada vez descubres más, y por debajo, aumentas tu sensación de ser la Consciencia, de ser la Paz, de ser la Luz, de ser el Amor.
Sigue tu camino, y disfruta de cada paso que das. Utiliza todo para crecer. No te plantees donde debes llegar, disfruta del cambio, de la vida, del camino. Y se feliz.
