A veces piensas que hay algunas ocupaciones que son mejores que otras. Así piensas que una meditación es una ocupación mejor que escuchar música rock estridente (aquí puedes poner cualquier ocupación que te resulte poco “espiritual”). Esto viene de la idea de lo que eres en realidad. Eres la Consciencia, eres el silencio, eres la paz, y en escuchar música rock no hay silencio ni paz. Sin embargo, piensas que en una “buena” meditación hay todo eso que tu eres -si es que existe eso de una buena o mala meditación ¿?-.
Con este planteamiento estás acotando tu libertad, porque te permites hacer “buenas” meditaciones, algo muy necesario por cierto sean “buenas o malas”, pero no te permites escuchar música rock estridente. Además, estás enjuiciando, estás aceptando una mientras rechazas la otra, y eso está lejos de ser algo que viene del Amor, de la Consciencia. Pues a los ojos de la Consciencia, a los ojos del Amor ambos son perfectas y maravillosas.
Todo depende de tu apetencia, de en que ocupación deseas de corazón estar. Y estar en ella en presencia. Disfrutar realmente, aquí y ahora, de esta meditación que se convierte en maravillosa sea buena o mala, y disfrutar realmente, aquí y ahora, de esa otra ocupación en la que te apetece estar ahora, que bien puede ser escuchar música rock estridente, o cualquier otra ocupación que se ocurra en este preciso momento.
Se trata de que haya sido elegida realmente por ti, por tu alma, no por tu ego, se trata de estar en ella al 100%, se trata de vivirla con todos tus sentidos, se trata de ser en este preciso instante eso que estás haciendo, y cuando acabes esa ocupación, ir a la siguiente con la misma ilusión, entrega, y capacidad de asombro, como si fuese la primera vez que te ocupas en eso en lo que estés.
