En medio de la tempestad y con todo encapotado es difícil ver el cielo, pero está, siempre está ahí (Jave)

Esta frase tiene dos lecturas posibles.

La primera es obvia. En momentos de dificultades es más que probable que el miedo se adueñe un poco -o un mucho- de ti. Seguramente porque en ese momento no eres consciente de qué no hay mal que permanezca, que todo es perecedero, y te dejas inundar con resistencia por ese miedo que nos atenaza. Y cómo no ves el final de esta situación te enfocas en la dificultad, en la tempestad que te está viviendo. Pero toda tempestad, toda situación va a pasar, y trás ello volverá a aparecer el cielo azul, limpio y cristalino que permite que la luz te inunde y te acaricie. Cuanta más calma tengas en la tempestad, mejor reaccionarás a las batidas que el viento y la lluvia intenten hacer sobre tu navío. No te olvides entonces de respirar y volver a centrar tu atención en la respiración, ahí, en medio de la tempestad, para recobrar un poco de calma, e ir rehaciéndote poco a poco, desde dentro. No lo dudes, si confías, lo conseguirás.

Pero hay otra segunda lectura. Tú eres el cielo. Tú eres la Luz que se descubre en el cielo que eres. Siempre lo has sido y siempre lo serás. Por muchos nubarrones, por muchas tempestades, por muy encapotado que parezca estar tu vida, tu no eres eso. Tú no eres los nubarrones, eres el cielo. Tú no eres las tempestades, eres el cielo. Tú no eres la sombra, tú eres la Luz, eres el cielo. Nunca lo olvides. Porque de hecho vives todas las tempestades, porque un día se te olvidó que eres el cielo, y debes recordarlo. Vamos siéntete el cielo que eres, ahora, ahora mismo, siente el Amor que nace en ti, el Amor que eres, y disfruta de este instante por pequeño que sea, y dite: «ahora Soy el Amor».